martes, 7 de diciembre de 2010

II. TIPOS DE DEFINICIÓN

Antes de distinguir diferentes tipos de definición, debemos observar que las definiciones lo son siempre de símbolos, pues solamente los símbolos tienen significados, que las definiciones explican. Podemos definir la palabra 'silla', puesto que tiene un significado; pero, aunque podemos sentarnos sobre ella, pintarla, quemarla o describirla, no podemos definirla, pues una silla es un artículo, un mueble, no un símbolo con un significado que debamos explicar. Hay dos maneras de formular una definición: hablando acerca del símbolo definido o hablando de aquello que designa. Así, es igualmente correcto decir: La palabra 'triángulo' designa una figura plana limitada por tres líneas rectas.
O:
Un triángulo es (por definición) una figura plana limitada por tres líneas rectas.
En este punto, debemos introducir dos términos técnicos que se usan en la teoría de la definición. El símbolo que se debe definir es llamado el definiendum, y el símbolo o conjunto de símbolos usados para explicar el significado del definiendum recibe el nombre de definiens. Por ejemplo, en la definición anterior la palabra 'triángulo' es el definiendum y la frase 'una figura plana limitada por tres líneas rectas' es el definiens. El definiens no es el significado del definiendum, sino otro símbolo o grupo de símbolos que, de acuerdo con la definición, tiene el mismo significado que el definiendum.
El primer tipo de definición que examinaremos es la que se da de un término totalmente nuevo, cuando se lo introduce por vez primera. Cualquiera que introduzca un nuevo término tiene completa libertad de estipular qué significado le dará.
La asignación de significaciones a términos nuevos es un problema de elección; podemos dar a las definiciones que efectúan tal asignación el nombre de definiciones expectativas. Claro está que no es necesario que el definiendum de una definición estipulativa sea un sonido, una marca o una sucesión de letras absolutamente nuevas. Basta con que sea nuevo en el contexto dentro del cual se da la definición. Los análisis tradicionales sobre este tema no son muy claros, pero, al parecer, las que hemos llamado definiciones estipulativas han sido designadas a veces como definiciones 'nominales' o 'verbales'.
Hay muchas razones que pueden provocar la introducción de nuevos términos.
En las ciencias es frecuente la introducción de nuevos términos. Es muy ventajosa la introducción de un símbolo técnico nuevo, definido de manera que signifique algo cuya formulación requeriría una larga sucesión de palabras familiares. Al hacer esto, el científico economiza el espacio que necesita para escribir sus informes o teorías y también el tiempo que ello demanda.
Pero, lo que es más importante, reduce de este modo la cantidad de atención o de energía mental necesaria, pues cuando una frase o una ecuación se hace demasiado larga, su sentido no puede ser 'captado' fácilmente.
Hay también otra razón que impulsa al científico a introducir nuevos símbolos. La carga emotiva de las palabras familiares son a menudo un inconveniente para alguien que solo está interesado en su significación literal o informativa. La introducción de nuevos símbolos, definidos explícitamente de manera que tengan el mismo significado literal que los familiares, liberará al investigador de la distracción que puede derivarse de las asociaciones emotivas de estos últimos.
Dado que un símbolo definido mediante una definición estipulativa no tiene ningún significado anterior, la definición no puede considerarse como una afirmación o un informe de que el definiendum y el definiens tienen el mismo significado.
Lo tendrán para todo el que acepte la definición, pero esto es algo posterior a la definición y no un hecho afirmado por ella.
Una definición estipulativa no es verdadera ni falsa, sino que debe ser considerada como una propuesta o una resolución de usar el definiendum de manera que signifique lo que el definiens, o como un pedido 0 una orden. En este sentido, una  definición estipulativa tiene un carácter directivo más que informativo. Las propuestas pueden ser rechazadas, las resoluciones violadas, las solicitudes denegadas, las órdenes desobedecidas y las estipulaciones ignoradas, pero ninguna de ellas puede ser, en este aspecto, verdadera o falsa. Lo mismo ocurre con las definiciones estipulativas.
-Claro está que las definiciones estipulativas pueden ser apreciadas desde otros puntos de vista. El que un término sirva o no al propósito para el cual fue introducido es una
cuestión de hecho. La definición puede ser demasiado oscura o demasiado compleja para cumplir una finalidad útil. No se trata de que una definición estipulativa sea tan 'buena' como cualquier otra, sino de que los criterios para compararlas no pueden ser los de verdad o falsedad, pues estos términos simplemente no se les aplican. Las definiciones estipulativas solamente son arbitrarias en el sentido especificado. Pero, el que sean claras u oscuras, ventajosas o desventajosas, etc., son cuestiones de hecho.
Cuando el propósito de la definición es eliminar la ambigüedad o enriquecer el vocabulario de la persona para la cual se la construye, si el término definido no es nuevo sino que tiene ya un uso establecido, la definición es entonces lexicográfica y no estipulativa. Una definición lexicográfica no da al definiendum un significado del cual carecía hasta ese momento, sino que informa acerca del significado que ya tiene.
Indudablemente, una definición lexicográfica puede ser verdadera o falsa. Así, la definición:
La palabra 'montaña' designa una gran masa de tierra o roca que se eleva a considerable altura por encima de la región circundante.
es verdadera; es un informe veraz acerca de cómo usan la palabra 'montaña' las personas de habla castellana (o sea, lo que quieren significar con ella) .Por otro lado, la definición:
La palabra 'montaña' indica una figura plana limitada por tres líneas rectas.
es falsa, pues es un informe falso acerca de cómo usan la palabra 'montaña' las personas de habla castellana. Ésta es la diferencia importante que existe entre las definiciones estipulativas y las lexicográficas. Puesto que el definiendum de una definición estipulativa no tiene ningún significado aparte de  la definición que lo introduce 0 anterior a ella, ésta no puede ser falsa (o verdadera) .Pero, dado que el definiendum de una definición lexicográfica tiene un significado anterior e independiente, su definición es verdadera o falsa, según que este significado se transmita correcta o incorrectamente. Si bien las consideraciones tradicionales a este respecto no son muy claras, parece que las definiciones que llamamos lexicográficas han sido llamadas a veces definiciones 'reales'.
Debemos aclarar un punto concerniente a un problema de 'existencia'. El hecho de que una definición sea estipulativa o lexicográfica no tiene nada que ver con el problema relativo asi el definiendum designa algún objeto 'real' o 'existente'.
En este punto debemos hacer una aclaración, pues al afirmar que las definiciones lexicográficas del tipo referido son verdaderas o falsas en realidad hemos simplificado una situación compleja". El hecho es que hay muchas palabras que se usan de diferentes maneras, no porque tengan toda una variedad de significados corrientes, sino por lo que llamaríamos 'error'.
El uso de las palabras es una cuestión estadística y una definición de una palabra cuyo uso esté sujeto a este tipo de variación no puede ser una simple enunciación 'del significado' del término, sino una descripción estadística de 'los significados' del mismo, tales como se hallan determinados por los usos que tiene en el lenguaje corriente. La necesidad de las estadísticas lexicográficas no puede eludirse mediante la referencia al uso 'correcto', pues esto también es una cuestión de grados, ya que se mide por el número de escritores de 'primer rango' que coinciden en el uso de un cierto término. Además, los vocabularios literarios y académicos tienden a quedar rezagados respecto del desarrollo del lenguaje vivo, que es el que sale de los labios del hombre de la calle. Los usos heterodoxos suelen llegar a ser ortodoxos; por eso, las definiciones que sólo transmiten los significados aprobados por una aristocracia académica pueden ser muy engañosas. Claro está que la idea de obtener definiciones estadísticas es utópica, pero los diccionarios tratan de aproximarse más o menos a ella indicando cuales son los significados 'arcaicos' o 'anticuados' y cuáles son 'familiares' o 'vulgares'. Con las anteriores limitaciones, podemos seguir afirmando que las definiciones lexicográficas son verdaderas o falsas, en el sentido de que representan o no el uso real. Ni las definiciones; estipulativas ni las lexicográficas pueden servir para eliminar la vaguedad de un término. Una expresión vaga es aquella que da origen a casos límites, tales que
es imposible decidir con respecto a ellos si se les aplica o no.
No puede apelarse al uso ordinario en busca de una decisión, pues éste no es suficientemente claro sobre la cuestión. Para llegar a una decisión, pues, es necesario ir más allá del uso ordinario; una definición que permita decidir acerca de los casos límites debe ir más allá de lo puramente lexicográfico. Daremos a tal definición el nombre de definición aclaratoria.
La definición aclaratoria es diferente de la estipulativa, porque su definiendum no es un nuevo término sino que tiene un uso ya establecido, aunque vago. Por consiguiente, el que construye una definición aclaratoria no tiene libertad de asignar cualquier significado que se le ocurra al definiendum; debe, por e contrario, permanecer 'fiel' al uso establecido, hasta donde éste llegue.
Con todo, para poder superar la vaguedad del definiendum, debe ir más allá del uso establecido. La exacta medida en que puede ir más allá de éste, la manera en que llena las lagunas o resuelve los conflictos que hay en el uso establecido, es en cierto sentido un problema de convención, pero no totalmente. Muchas decisiones de carácter legal formulan definiciones aclaratorias en las cuales se precisan algunos términos que aparecen en las leyes, de modo que incluyan o excluyan específicamente el caso en cuestión. A menudo los juristas presentan argumentos tendientes a justificar esas decisiones; esta práctica demuestra que no consideran sus definiciones aclaratorias como puras convenciones, ni siquiera en aquellos ámbitos que habían quedado fuera del uso anterior ya establecido. Por lo contrario, tratan de guiarse en parte por las intenciones que se supone tenían los legisladores que sancionaron la ley, y en parte por lo que el jurista considera que es de interés público. Los términos 'verdadero' y 'falso' solo parcialmente se aplican a las definiciones aclaratorias; su aplicación a ellas significa que la definición concuerda o no concuerda con el uso establecido, dentro del alcance de éste. Al juzgar la manera en que una definición aclaratoria va más allá del uso establecido, cuando éste es oscuro, no podemos aplicar criterios de verdad o falsedad; debemos hablar más bien de su conveniencia o inconveniencia (especialmente en un contexto legal o semilegal, o de su cordura o desatino.
La mayoría de las 'disputas por definiciones' surgen en conexión con las definiciones teóricas. Hemos llamado 'definición teórica' de un término a aquella que trata de formular una caracterización teóricamente adecuada de los objetos a los cuales se aplica. Proponer una definición teórica equivale a proponer la aceptación de una teoría, y, como lo sugiere el nombre, las teorías son evidentemente discutibles. De aquí que una definición sea remplazada por otra a medida que aumentan nuestro conocimiento y nuestra comprensión teórica. En una época los físicos definían el calor como un fluido sutil e imponderable, mientras que en la actualidad lo definen en términos de la energía cinética de moléculas que se mueven al azar. Los mismos criterios que se aplican a las definiciones teóricas se aplican también, justamente, a las teorías mismas. Haremos el examen de estas últimas en la Tercera parte, la última de este libro.
Los que tienen cierto conocimiento de los escritos de Platón reconocerán que ñas definiciones que buscaba constantemente Sócrates, tal como aparece. éste en las obras del primero, no eran estipulativas, ni lexicográficas, ni aclaratorias, sino teóricas.
Sócrates no estaba interesado en ningún informe estadístico acerca de cómo usaba la gente la palabra 'justicia' (o 'valor', o 'templanza', o 'virtud')  aunque insistiera al mismo tiempo en que toda definición propuesta debía estar en consonancia con el uso real. Tampoco le interesaba dar definiciones precisas de esos términos, pues no dirigía su atención a los casos límites.
Muchos filósofos se proponen definir términos tales como 'bueno', 'verdadero', 'hermoso', etc. Su discusión de las definiciones propuestas por otros indica que no buscan simplemente definiciones estipulativas. Tampoco buscan definiciones lexicográficas, pues si así fuera la simple consulta a los diccionarios o el cateo de la opinión pública acerca del uso de la palabra bastaría para dirimir la cuestión. N o es tampoco una definición aclaratoria del término lo que se pretende alcanzar, como lo indica el hecho de que algunos filósofos concuerden acerca de la aplicación de la palabra 'bueno' en todas las circunstancias. Sin que surgían desavenencias a causa de casos límites, y sin embargo difieren en cuanto a la manera en que debe definir se la palabra. Los filósofos, al igual que los científicos, se interesan principalmente por la construcción de definiciones teóricas'. Éstas reciben a veces el nombre de definiciones 'analíticas', si bien este término tiene también otro sentido.

 

e término tiene también otro sentido.

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